Contaminación y salud

¿Qué efectos causa? ¿Dónde afecta? La respuesta depende de la situación, la persona que está expuesta a la contaminación, el tipo y concentración del contaminante, el lugar, la hora del día, la temperatura, el clima y también de la actividad física.


No hay duda de que la contaminación atmosférica es un problema de saluda pública. Según la Comisión Ambiental Metropolitana (CAM), "existe evidencia abundante, que indica que los niveles de ozono que se miden habitualmente en las áreas metropolitanas más pobladas, son dañinos para la población general." El ozono es el componente más conocido de la contaminación atmosférica en la capital del país. En la cuenca del Valle de México (que incluye el área metropolitana del Distrito Federal y la de municipios conurbados del Estado de México), el nivel de ozono más alto es casi dos veces mayor que lo establecido por la norma federal.
El esfuerzo que actualmente se realiza para cumplir las normas federales en esta importante área del país, según la CAM, "se subraya por la creciente evidencia científica de que los niveles altos de ozono representan una seria amenaza para la salud. La combinación de continuas violaciones de los niveles permisibles de ozono y la creciente evidencia de sus efectos en la salud incrementan la urgencia de realizar acciones de control más estrictas".

¿Qué tanto nos afecta la contaminación?
Hasta ahora, los efectos de la exposición de corta duración (de una a seis horas) parecen ser reversibles; es decir, continúan hasta que la exposición al ozono se interrumpe. Sin embargo, los investigadores médicos están preocupados acerca de las lesiones potenciales que el ozono pueda causar a lo largo del tiempo. Algunas evidencias sugieren que existe la posibilidad de que se genere daño permanente.
En un estudio hecho en un campo de verano en New Jersey, se encontró que la función pulmonar en los niños se vio afectada durante un episodio de altos niveles de ozono que duró cinco días y tuvieron que pasar varios más para lograr su recuperación. Se ha observado que el daño al pulmón en animales es permanente después de varias semanas o meses de exposición, según un estudio de la EPA en 1986.
En otro estudio de la misma agencia en 10 hombres adultos sanos, expuestos a 0.12 ppm de ozono por 6.6 horas, los resultados mostraron que la función pulmonar disminuyó y los síntomas (tos y dolor al respirar) se incrementaron después de seis horas de exposición.
Debido a limitaciones técnicas y éticas, la EPA ha evitado realizar estudios controlados en humanos que involucren exposiciones al ozono a largo plazo. Sin embargo, varios estudios en animales sugieren que los pulmones no se pueden recuperar completamente después de la exposición crónica a este contaminante.
Algunas personas podrían pensar que se han vuelto inmunes (o que se han adaptado a las condiciones de la contaminación). Es cierto que los síntomas de irritación respiratoria tienden a desaparecer cuando se repiten a menudo las exposiciones. Pero esta "atenuación de la respuesta" no es necesariamente algo bueno. Según la EPA, el hecho de que no haya reacciones obvias a la exposición, no significa que el cuerpo se ha adaptado al mencionado contaminante. De hecho, la evidencia reciente de estudios en animales muestra que la lesión pulmonar continúa aun durante la atención. Hay que recordar que la mayoría de las funciones del pulmón humano son consideradas como totalmente desarrolladas hasta la edad de 18 años.
Estudios realizados en México por investigadores de la UAM-Xochimilco, muestran que cuando los niños se ejercitan en condiciones elevadas de ozono, la función pulmonar disminuye en un 4%, lo cual puede ser indicativo de que el sistema pulmonar de estos infantes no reacciona fuertemente al ozono, permitiendo con esto exposiciones más elevadas y prolongadas. Si el aparato pulmonar reaccionara fuertemente se produciría una constrición pulmonar que obligaría a disminuir la exposición al ozono.
Muchos de nosotros somos "susceptibles"
Tradicionalmente se ha etiquetado como "susceptibles" a las personas que más parecen ser afectadas por el ozono. Si esa palabra evoca la imagen de un frágil anciano de 80 años de edad, o a un infante recién nacido, eso es a la vez correcto y no. A los individuos viejos a los menores se les considera especialmente vulnerables al ozono; pero también los atletas lo son.
De acuerdo con el conocimiento actual sobre la toxicidad del ozono, una o más de las condiciones siguientes pueden convertir a alguien en un individuo sensible a él:
·         Enfermedades respiratorias prexistente, tal como asma, enfermedad crónica obstructiva del pulmón o alergias.
·         Realización de ejercicio pesado durante exposición al ozono.
·         Realización de ejercicio bajo condiciones de altas temperaturas y humedad durante exposición a este contaminante.
·         Predisposición a infecciones pulmonares.
·         Enfermedad prexistente o deficiencia nutricional.
·         Infección anterior o problema inmunológico.
·         Exposición previa a contaminantes o irritantes respiratorios.
·         Variabilidad genética en la población (algunos estudios han mostrado que un cierto porcentaje de susceptibles, son adultos y niños saludables, quienes por algunas razones inexplicables experimentan una mayor reacción de la función pulmonar ante la exposición al ozono).
Otros posibles factores como el sexo, la nutrición y el hábito de fumar, no han sido evaluados adecuadamente. Aún más, el descubrimiento de que el crecimiento de los pulmones puede ser más sensible al ozono indica que la edad es un factor involucrado.
¿Están en riesgo los niños?
Un estudio realizado en 1984 mostró que los niños residentes en el área de la costa sur del estado de California, EUA, presentaban una reducción del 10 al 15% en la función pulmonar, comparados con niños que crecen donde el aire está menos contaminado, según el doctor Kaye, M.D., Profesor de Medicina de la Universidad del Sur de California, quien condujo la investigación.
El Air Resources Board de California, EUS (ARB), ha concluido que "debido a que los pulmones de los niños no se han desarrollado totalmente, el daño temprano al tracto respiratorio podría aumentar el riesgo de enfermedad respiratoria en la vida adulta".
Es importante tomar en cuenta que los niños están en riesgo debido a que, por el tamaño de su cuerpo, inhalan varias veces más aire que los adultos. Auqellos también pasan relativamente más tiempo al aire libre, jugando intensamente y respirando muy fuertemente por sus bocas. Eso significa que la contaminación entra en contacto directo con sus sistemas respiratorios.
El esfuerzo físico del ejercicio da por resultado una transición de la respiración nasal a la respiración a través de la boca. La que se realiza a través de la nariz filtra aproximadamente el 90% de algunos contaminantes antes de que alcancen las áreas más susceptibles de los pulmones. La respiración por la boca tiene más rutas que las de la filtración natural del aire, permitiendo a los contaminantes un acceso directo hacia los pulmones.
Una preocupación expresada por la EPA es que los niños y adolescentes "podrían estar en un mayor riesgo", debido a que los más jóvenes, en algunos estudios, mostraron una reducción en su función pulmonar, pero no mostraron síntomas. Éstos pueden ser una preciada advertencia temprana de que la función pulmonar está dañada. La falta de síntomas en niños y adolescentes durante la exposición al ozono, evitaría que suspendieran sus ejercicios u otras actividades de riesgo.
En México, los estudios de la doctora Castillejos de la UAM-Xochimilco han demostrado que en los niños que realizaban ejercicio expuestos a altas concentraciones atmosféricas de ozono, se reducía su capacidad pulmonar vital en aproximadamente 4%.
Asimismo, los trabajos de Romieu y colaboradores, en niños asmáticos, han mostrado que hay incremento en el ataque agudo de asma, dos días después de la exposición a concentraciones por arriba de los 0.16 ppm de ozono en el sur de la Ciudad de México. Por otro lado, se ha observado inasistencia escolar debido a enfermedades respiratorias, asociada con exposición a concentraciones elevadas al ozono.

Biol. Mauricio García Herrera